La historia de la fotografía está llena de situaciones complejas en donde muchas personas han quebrado, pero aun así se siguen capturando imágenes con un enfoque social.
Abril 2, 2023. En 1855, el fotógrafo inglés Roger Fenton se embarcó para fotografiar la guerra de Crimea acompañado de cuatro asistentes y con un gran carruaje tirado por tres caballos. Después de tres meses de su ardua labor, volvió a Londres con alrededor de 360 placas; sin embargo, en sus imágenes se veían a los militares posando frente a cámara, muchas veces detrás de la línea de fuego. Esto lo narra la fotógrafa Gisèle Freund, en su libro La fotografía como documento social. Me da la impresión de que a este trabajo le fue muy bien, económicamente hablando, porque desde su inicio fue financiado bajo la condición de que no se mostraras los horrores de la guerra, algo que a Fenton no le importó.
Freund, también cuenta la historia de un trabajo que puede ser considerado con mayor valor periodístico. Mathew B. Brady documentó la Guerra de Secesión, en Estados Unidos, para lograr este proyecto invirtió todo su dinero, pidió capital prestado y contrató a 20 fotógrafos. Brady pensaba vender las fotos después de la guerra; sin embargo, eso no ocurrió: la crudeza de las fotografías y la falta de un modelo de negocio adecuado lo llevaron a perder toda su fortuna y, ante las nulas ganancias, tuvo que ceder las fotos a su principal acreedor. Desde su invención em el siglo XIX, la fotografía sufrió muchos descalabros financieros.
El periodismo, por la función social que asume, siempre ha atravesado muchas crisis que han puesto en peligro su existencia. Actualmente no es la excepción. Grupos editoriales siguen quebrando, reduciendo sus plantillas de trabajadores y buscando nuevos modelos de negocio para subsistir o poder nacer, porque también siguen apareciendo nuevos proyectos. Para los fotógrafos profesionales que han trabajado en estos medios resulta una situación crítica, muchos de ellos deben su desarrollo a estos espacios por falta de una institución que les proporcionara una educación integral; es decir, que les instruya en los conocimientos técnicos y periodísticos.
Si se compara el número de fotógrafas y fotógrafos que había en una redacción periodística en la década de los años noventa y los de una actual, nos encontramos cambios abrumadores. Ahora, también aparecieron los prosumidores, esas personas que disponen de la tecnología para crear contenidos y publicarlos. Así, los medios periodísticos cuentan con una mayor cantidad de materiales para comunicar las noticias y poder ahorrar un poco de dinero en nóminas y equipos costosos. Es más fácil bajar una imagen de un banco de imágenes gratuito, tomarla de una red social para ilustrar la nota o, incluso, ahora podemos entrar a algún programa digital que reproduzca una imagen hiperrealista. Es una triste noticia para muchas personas porque así se han perdido plazas importantes; sin embargo, difiero en que esto signifique el fin de la fotografía profesional periodística.
La realidad es que, en el periodismo, los modelos de negocio tradicionales siguen cambiado debido a la necesidad de encontrar nuevas formas de obtener dinero y poder seguir contando historias con un enfoque social. En México, las y los fotoperiodistas que cubrían una agenda diaria en periódico son cada vez menos, en algunos casos han logrado sobrevivir a través de las agencias periodísticas: Cuartoscuro, AFP, AP, EFE, Reuters, Getty Images, Magnum, por mencionar algunas de las más conocidas. Se puede observar que muchos de los trabajos reconocidos vienen de perfiles que se encuentran en estas filas. Sin embargo, no es la única forma.
El abaratamiento de algunas herramientas tecnológicas ha permitido que más personas puedan tener acceso a este oficio. Pienso en Yael Matínez, que no solo ha encontrado nuevas formas de narrar, sino que ha tenido un desarrollo profesional que lo hace sobresalir entre otras periodistas visuales y, por lo mismo, sus proyectos han logrado ver la luz del día gracias al respaldo de la Agencia Magnum e Instituciones Internacionales. Esta situación crítica que ha impactado a muchos periodistas gráficos también ha favorecido el surgimiento de otros que también se pueden beneficiar de la microfinanciación y otros apoyos que siguen existiendo.
El camino es complejo, pero una realidad es que el desarrollo tecnológico ha facilitado el desarrollo de nuevas y nuevos profesionales de la fotografía; permite una mayor difusión y permanencia de la imagen, antes algunas imágenes solo tuvieron vida en periódicos impresos ¿cuántas imágenes importantes fueron condenadas a la hemeroteca? Por otro lado, los soportes digitales permiten a los fotógrafos agregar testimonios o narraciones con voz, jugar con imágenes en movimiento: su limitante ya no es el soporte impreso, como se puede observar con el proyecto Levántate, de Gladys Serrano. También se tiene que hablar de cómo estos cambios favorecen al desarrollo de la fotografía con carácter social.
Estos tiempos significan un gran reto. Mantener la calidad visual en un medio periodístico también exige de la experiencia en las personas que seleccionan y deciden qué contenidos se van a publicar y, sobre todo, cómo cuidar el sentido periodístico para evitar caer en la publicación de noticias falsas. La calidad informativa es una responsabilidad del periodismo. Saber comunicar cómo determinado suceso repercute en la vida de los espectadores y eso también se puede encontrar en los reportajes fotográficos.
Pedro Pablo Mejía, relata que Álex Grijelmo, en un taller que impartió en la Fundación Gabo, mencionó que “el llamado lead de un artículo compite con un croissant, con un panecillo, porque la gente está desayunando y leyendo”, en 2005 Grijelmo hablaba de la importancia de la entrada de un texto, que sigue siendo importante, pero en los medios digitales una buena imagen o narrativa visual también apoya en esta competencia contra los demás distractores que puede tener un espectador. Vivimos tiempos en donde la información se comunica de manera audiovisual y transmedia, eso debe suponer alguna ventaja para los fotoperiodistas, aunque también muchos retos.
Cierro recordando las palabras de Henry Cartier Bresson, en su Fotografiar del Natural, “nuestro oficio, el oficio de reporteros, sólo cuenta con una treintena de años; se ha perfeccionado gracias a unos aparatos pequeños y fácilmente manipulabas, dotados con objetivos muy luminosos y gracias a películas de grano fino, muy rápidas, a las que se ha llegado por las necesidades del cine”. Muchas necesidades siguen perfeccionando las herramientas con las que se cuenta en el oficio del fotoperiodismo y, al final, solo son eso: herramientas que podemos o no aprovechar.